Mi entrada de hoy la quiero dedicar para una pequeña reflexión sobre la
frase de “eres lo que lees”. Esta frase
automáticamente la relaciono con el bajo número de lectores juveniles que hay,
ya que las lecturas a esa edad son impuestas por el centro educativo y como
bien nos quiere decir la frase las lecturas son nuestro más sincero reflejo.
Los niños leerían más si en sus manos estuviera la libre elección de sus
lecturas, pero se encuentran con lecturas para algunos poco motivadoras, con
títulos que no les despiertan interés alguno y eso hace que su interés por la
lectura vaya disminuyendo, en vez de ir aumentando. Por tanto, si fueran ellos los que escogieran sus libros, la situación cambiaría.
El grave error se
encuentra en la mayoría de las escuelas por obligar desde bien pequeños a leer
libros que para ellos significan poco, generando un pensamiento totalmente
negativo sobre la lectura. Nosotros como profesores debemos
conocer a nuestro alumnado y así poder guiarle en sus lecturas, para que el
alumno se sienta identificado en ellas y quiera continuar en el mundo lector.
Esta situación la hemos experimentado la gran
mayoría de nosotros, ya que alguna vez hemos estado sometidos a lecturas
impuestas y que lamentablemente sigue ocurriendo en las escuelas. Esto es en gran
medida culpable de que nuestros niños no lean mucho o de que abandonen el
hábito lector. Cuando cada uno de ellos encuentre las lecturas que realmente
les llene no van a querer salir de ellas.
¡Buenos días, Virginia!
ResponderEliminarEstoy totalmente de acuerdo con tu afirmación en relación a las lecturas impuestas en el aula, sin tener en cuenta las necesidades y gustos de nuestros alumnos. Personalmente, me decanto por insistir en dos aspectos ante la lectura escolar:
En primer lugar, el hábito lector se puede inculcar desde pequeños, si las figuras de referencia motivan y estimulan al niño/niña según sus gustos. Si no aciertan en ello -como fue mi caso- no contribuirá a un interés por la lectura más adelante.
En segundo lugar, recuerdo haber leído el libro Mal de escuela, de Daniel Pennak, en el cual afirma que su única ilusión, ante una enseñanza tan tradicional, fue la oportunidad que le dió su profesor de Lengua y Literatura francesa, permintiéndole leer y escribir lo que más le gustaba (no le impuso lecturas sin sentido para él y actualmente es escritor).
A este respecto, quiero citar un breve fragmento de su libro:
“¿Cómo llegué a ser algo?” Mi primer salvador: el profesor de lengua; la lectura; otros tres genios… y, como no, el amor. (Pennac, 2007: 79-88).
Espero que esta reflexión nos haga más conscientes de la importancia del fomento lector en el aula según las propuestas de nuestros discentes.
¡Hola!
ResponderEliminarEstoy totalmente de acuerdo con vuestra postura frente a la lectura obligatoria en los centros educativos, ya que estas lecturas simplemente llegan a un fin que no es el que buscamos, que es: aprobar un examen y sacar la mejor nota posible, llevando a que nuestros alumnos aborrezcan el hábito de leer (como nos ha pasado a la mayoría de nosotros).
Es por ello, que cuando llegué al centro educativo donde hice las prácticas el año pasado, observé que mi tutora, no realizaba lecturas obligatorias para los alumnos, sino que en el rincón de lectura de la clase, estaban los libros que los niños traían de casa porque les había gustado y los compartían con los demás compañeros, siendo cada uno libre de escoger el libro que más le gustara para leer. Lo único que debían aportar junto a la devolución del libro, era un dibujo sobre aquello que más les hubiera gustado o aquello que les había transmitido éste…de esta manera, cada día los alumnos salían de clase con un libro diferente y con unas ganas enormes de llegar a casa y comenzar a leer, por lo que pienso que es una buena fórmula a emplear para motivar la lectura de los más pequeños, fomentando así también la imaginación y la creatividad que tantas veces desde los centros educativos se minusvalora, ya que los docentes y el propio centro educativo se centran en alcanzar los contenidos establecidos en el decreto y no dan importancia a aspectos tan importantes como estos.
Como decía Kafka, Franz: "Un libro debe ser el hacha que rompa el mar helado que hay dentro de nosotros".
Comentado por: Laura Gomis Pérez